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6/02/2006

El Expediente X de La Zerrichera

extraído de www.laverdad.es
El Expediente X de La Zerrichera
MANUEL BUITRAGO/

Que un empresario llegue al extremo de insultar al presidente del Gobierno regional porque le ha paralizado una urbanización es un síntoma de que algunas cosas huelen mal en ciertos recodos del mundo del ladrillo. Marcando los necesarios matices, Trinitario Casanova ha tenido contra Valcárcel una reacción similar a la que tuvo Pedro García Meroño frente al socialista Pedro Saura por la también frustrada urbanización de Polaris en Alhama de Murcia. Ambos también amenazaron con echar la persiana.

En los útimos días se agolpan datos que pueden explicar la salida de Francisco Marqués (y de todo su equipo) de la Consejería de Medio Ambiente. Después de mantener que, hasta donde dijo saber, todo era legal, resulta evidente que Valcárcel se ha percatado ahora de que el Expediente X de La Zerrichera le podía explotar en las manos. Consta que ha habido órdenes tajantes «de parar esto como sea», y al nuevo consejero se le ha aparecido la Virgen debido a unos excesos del Grupo Hispania que han justificado técnicamente el frenazo del proyecto: en lugar de presentar una urbanización de baja intensidad, se ha ido al modelo puro y duro. El Gobierno regional quería además «tomar la iniciativa» ante la posibilidad, por ejemplo, de que el TSJ dictara una orden de paralización cautelar (ya lo hizo con Puertomayor); o que Bruselas impusiera una sanción por atentar contra un espacio protegido. Lo cierto es que esta urbanización era socialmente indefendible.

Nada más inquietante que alguien despechado que ha cortejado las estribaciones del poder, y que se siente «engañado». ¿Tendrá material comprometido que poner en circulación? Muchos del PP estaban cansados de La Zerrichera y de apechugar con un desgaste que beneficiaba al PSOE. «Tanto terreno que hay para urbanizar, y tienen que fijarse en un espacio protegido», es lo más suave que dicen los populares de la tenacidad de esta empresa.

También en el PP han recibido con disgusto -allá ellos- la decisión del director del Instituto de Fomento, Francisco Sardina, de marcharse nada menos que a Polaris World; cuando quedan rescoldos sin apagar. Este fichaje no le hace ningún favor al Gobierno regional, ya que le da argumentos a un PSOE empeñado en demostrar la existencia de un hilo conductor entre el Ejecutivo de Valcárcel y la primera empresa constructora. Sardina no es un simple gestor; y el hecho de que altos cargos políticos desembarquen en empresas polémicas es un terreno abonado para quienes piensan que existe un caldo de cultivo en el que se cocinan intereses privados y públicos. No es culpa de las empresas, pese a su osadía; sino de las debilidades del modelo.