Vean sin tomar ejemplo (en Murcia)
EXTRAÍDO DE La Opinión de Murcia 4/04/2006
Blog de Bernar Freiría en www.bernarfreiria.com
...
Al parecer, al ser detenido alguno de los imputados manifestó su extrañeza por lo que se había tardado en destapar el caso. Y si bien se mira, no es tan extraño, puesto que como queda dicho una de las características de estos entramados mafiosos es su capacidad de corromper a los miembros de los poderes públicos.
No hay que olvidar que en los juzgados de Marbella había importantes ramificaciones de la trama y que el mismo Jesús Gil celebraba congresos de la judicatura en Marbella.
También los partidos políticos suelen temer las operaciones de limpieza.
En el pasado, se han descubierto redes de financiación de algunos partidos cuyas ramificaciones capilares tenían anastomosis con las de las redes mafiosas. Por otra parte, desde la cúpula de los partidos se recela del efecto que pueda tener para sus expectativas electorales el descubrimiento de que alguno de sus cargos públicos esté implicado en un caso de corrupción. Eso explica que desde sus jerarquías no se ponga demasiado interés en descubrir los casos de corrupción, no vaya a ser que el partido resulte salpicado.
En Murcia, hace ya tiempo que el tráfico de sustancias estupefacientes es una realidad. Cuando se empezó a tener noticia de los primeros alijos de hachís interceptados cuando pretendían llegar a las costas de la región, ya se señaló en esta misma columna de LA OPINIÓN que las bandas organizadas que trafican con estupefacientes tienen un enorme potencial corruptor.
También se afirmó que el momento para erradicarlas es antes de que hayan hundido sus raíces en el territorio, porque después puede ser demasiado tarde y es, desde luego, mucho más difícil.
Hoy, ya hay pruebas no sólo de que esas organizaciones comienzan a estar bien asentadas, sino también de que sus tentáculos han tocado mandos de policías locales y miembros de la Guardia Civil.
Ya tenemos, pues, dinero negro y también expectativas de fuerte desarrollo urbanístico en la región. Incluso hay un nexo en el presunto implicado en la trama de Marbella, Juan Antonio Roca, del que no cabe suponer que fuese santo en Murcia y pecador en Marbella.
Empezamos a ver consejeros, concejales, familiares de cargos públicos y altos funcionarios enredados con empresarios que obtienen inmensos beneficios con recalificaciones de terrenos.
No, Murcia no es Marbella. Sin embargo, puede que este sea el momento de tratar de evitar que algún día no muy lejano llegue a parecérsele. Los votantes tenemos un mecanismo para evitarlo que, desde luego, no utilizaron los marbellíes.
Blog de Bernar Freiría en www.bernarfreiria.com
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Al parecer, al ser detenido alguno de los imputados manifestó su extrañeza por lo que se había tardado en destapar el caso. Y si bien se mira, no es tan extraño, puesto que como queda dicho una de las características de estos entramados mafiosos es su capacidad de corromper a los miembros de los poderes públicos.
No hay que olvidar que en los juzgados de Marbella había importantes ramificaciones de la trama y que el mismo Jesús Gil celebraba congresos de la judicatura en Marbella.
También los partidos políticos suelen temer las operaciones de limpieza.
En el pasado, se han descubierto redes de financiación de algunos partidos cuyas ramificaciones capilares tenían anastomosis con las de las redes mafiosas. Por otra parte, desde la cúpula de los partidos se recela del efecto que pueda tener para sus expectativas electorales el descubrimiento de que alguno de sus cargos públicos esté implicado en un caso de corrupción. Eso explica que desde sus jerarquías no se ponga demasiado interés en descubrir los casos de corrupción, no vaya a ser que el partido resulte salpicado.
En Murcia, hace ya tiempo que el tráfico de sustancias estupefacientes es una realidad. Cuando se empezó a tener noticia de los primeros alijos de hachís interceptados cuando pretendían llegar a las costas de la región, ya se señaló en esta misma columna de LA OPINIÓN que las bandas organizadas que trafican con estupefacientes tienen un enorme potencial corruptor.
También se afirmó que el momento para erradicarlas es antes de que hayan hundido sus raíces en el territorio, porque después puede ser demasiado tarde y es, desde luego, mucho más difícil.
Hoy, ya hay pruebas no sólo de que esas organizaciones comienzan a estar bien asentadas, sino también de que sus tentáculos han tocado mandos de policías locales y miembros de la Guardia Civil.
Ya tenemos, pues, dinero negro y también expectativas de fuerte desarrollo urbanístico en la región. Incluso hay un nexo en el presunto implicado en la trama de Marbella, Juan Antonio Roca, del que no cabe suponer que fuese santo en Murcia y pecador en Marbella.
Empezamos a ver consejeros, concejales, familiares de cargos públicos y altos funcionarios enredados con empresarios que obtienen inmensos beneficios con recalificaciones de terrenos.
No, Murcia no es Marbella. Sin embargo, puede que este sea el momento de tratar de evitar que algún día no muy lejano llegue a parecérsele. Los votantes tenemos un mecanismo para evitarlo que, desde luego, no utilizaron los marbellíes.
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